La operación de prótesis de rodilla es una intervención que consiste en la sustitución articular de la rodilla, por un implante artificial combinando metal con polietileno.
Se realiza en casos de colapso del espacio articular de la rodilla y preferentemente a partir de los 60-65 años de edad aunque, es orientativo y va en función de la patología que haya.
Por tanto, todo aquel paciente que presente dolor como principal síntoma (en opinión del Dr. Poal-Manresa además condición sine qua non), deformidad de la rodilla y dificultad para caminar sin ayuda de muletas o bastón puede ser destinatario de dicha actuación.
Cuanto más joven es el paciente, menos se aconseja esta cirugía. Dicho esto, cualquier paciente con dolor severo y movilidad limitada para las actividades básicas de la vida diaria, es tributario de ser operado.
A veces, si el paciente tiene sobrepeso, la pérdida de unos kilos puede conllevar una sustancial mejora del dolor y posponer la cirugía.
Tras la operación de prótesis de rodilla, el paciente podrá recuperar, en función de la movilidad previa aunque casi siempre mejorará, el balance articular. Las características del paciente son fundamentales para conseguir una buena movilidad tras la operación. El mínimo exigible después de la cirugía sería conseguir un balance de 0º a 90º, aunque lo deseable es a partir de 110º de flexión y extensión completa.
Con esos balances de movilidad se puede desarrollar una vida normal para una paciente de demanda funcional media.